viernes, 20 de junio de 2008

El Cronista y el Espejo. Oscar Osorio. Lanzamiento

Portal asociado y complementario a NTC …
El Cronista y el Espejo
Oscar Osorio
Obra ganadora del
XXII Premio "Cáceres" de Novela Corta (España, 2007)
LANZAMIENTO EN CALI
Ediciones española y colombiana
Junio 19, 2008. Biblioteca Departamental
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EL LIBRO
El profesor Óscar Osorio de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle
recibió el XXXII Premio 'Cáceres' de Novela Corta del año 2007 http://www.brocense.com/actividades/2007/convocatorias/web/novelacorta.pdf
que entrega la Institución Cultural 'El Brocense'
en colaboración con la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura (España).
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Obra literaria de profesor gana concurso de novela corta en EspañaFuente: Universiahttp://www.universia.net.co/docentes/destacado/obra-literaria-de-profesor-gana-concurso-de-novela-corta-en-espana.html
El profesor Óscar Osorio de la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle recibió el XXXII Premio 'Cáceres' de Novela Corta del año 2007 que entrega la Institución Cultural 'El Brocense', en colaboración con la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura (España).
En ceremonia celebrada en el auditorio del Complejo Cultural San Francisco, de Cáceres (España), se anunció que la obra 'El cronista y el espejo', del profesor Osorio ganaba entre 115 novelas cortas de España y Latinoamérica.El profesor Oscar Osorio ha publicado cinco libros y 'El cronista y el espejo' es su primera novela de ficción y la primera obra con la que concursa.
La violencia en Colombia es el tema que ha ocupado el trabajo del profesor Osorio tanto en los cursos que imparte en la Maestría en Literatura, en su línea de investigación, como en esta novela donde se ve reflejada su trayectoria en este campo.
'El cronista en el espejo' es la historia de un profesor universitario que, buscando el personaje para un reportaje que lo lleve a la fama, se involucra en asuntos con el narcotráfico y se encuentra con dos personajes: un narcotraficante y un ejecutor que elimina gente para el narcotráfico. La relación con estos dos sujetos lo lleva a un proceso de autodestrucción, a envolverse en la drogadicción, la prostitución y la violencia.
Para el profesor Osorio, la singularidad de la novela que le valió el premio radica en que indaga en temas que no han sido suficientemente desarrollados en la literatura colombiana como los personajes que ejecutan gente para el narcotráfico, el Norte del Valle y la inserción de un profesor universitario, un representante de una sociedad normalizada, y ese proceso de degradación en el mundo del narcotráfico.
Para el autor, la violencia es el tema más urgente que tienen los colombianos hoy, aunque no es nuevo. A lo largo de la historia ha existido muchos escenarios de violencia cada vez más complicados, generalizados, dramáticos, con más actores y mayor destrucción y la opción que él escogió como escritor fue indagar en esa realidad.
Óscar Osorio espera que este premio le abra las puertas de las editoriales y una vez ahí pueda mantenerse. Ya trabaja en la segunda novela corta de esta trilogía que inició con 'El cronista en el espejo', ganadora del premio.
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Detalles e imágenes
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Carátula del libro (Edición colombiana).
Sobre ella texto de invitación al lanzamiento
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Carátula (Edición española)

Contracarátula (edición española)
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Solapa de la carátula
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Solapa de la contracarátula
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El autor
Fuente: http://www.universia.net.co/docentes/destacado/obra-literaria-de-profesor-gana-concurso-de-novela-corta-en-espana.html
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EL LANZAMIENTO EN CALI
Junio 19, 2008. 7 PM


Iniciación del evento
El presentador del evento y en la mesa Kevin Alexis García , presentador de la obra, y Oscar Osorio
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Fotografías: MIC de NTC …
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José Zuleta , en nombre de la Biblioteca Departamental,
da la bienvenida e introduce el evento.
En la mesa la hija menor del autor y detrás del atril su esposa.
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Kevin Alexis García , presenta la obra.
AUDIO, en: http://ntcdino.diinoweb.com/files/Kevi_mp3.mp33.63 MB, 16 minutos.
El texto completo más adelante.
Agradecemos al autor habérnoslo proporcionado y la autorización para publicarlo..

El autor, Oscar Osorio , agradece
y lee "Crónica de Machete, don jacinto" un fragmento de la obra (pág. 38. Ed. es)
AUDIO, incluyendo el conversatorio, en:
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11.2 MB, 49 minutos
Próximaente el texto.

Vista del auditorio
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Otra vista del auditorio
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Colegas, lectores y amigos del autor brindan.
el autor, y Rafael Escobar De Andreis .+++
La novela de la violencia por un testigo de primera mano

Por: Kevin Alexis García

En medio de la proliferación de obras apresuradas y efectistas, que hoy se venden en los semáforos junto con los mangos y chontaduros, y que algunos defienden porque aumentan los públicos lectores, hoy asistimos al nacimiento de “El cronista y el espejo”, obra que deja de ser una más sobre la temática de la violencia, cuando indagamos en la trayectoria de su autor, que, para iniciar, nos merece una mirada atenta.

Estamos ante el producto creativo de un especialista en la materia que ha investigado en las jácaras de Quevedo para comprender las formas poéticas en las cuales se construyó la imagen del hampa en la literatura del siglo de oro; nuestro autor ha indagado en las obras del peruano Scorza y el boliviano Arguedas, en la novela de la Violencia de los años cincuenta en Colombia, en las expresiones juveniles de la violencia caleña, de autores como Andrés Caicedo y Umberto Valverde. Osorio, atento a la narrativa de su época, ha escrito sobre la Medellín sicarial de Fernando Vallejo, la Bogotá delirante de Sergio Álvarez y también esa ciudad llamada Angosta, soberbia metáfora de Abad Facciolince.

Sin duda, las obras de violencia trascienden a su contemplación estética. Esta novela nace en medio de las tensiones propias de la creación artística y los conflictos del país, entre las diversas maneras de asumir nuestros conflictos y relacionarnos con ellos. Entre quienes propugnan por hacer de la temática un objeto de olvido literario y entre quienes consideramos que el problema no radica en el qué sino en el cómo, en como dar cuenta de la suma complejidad de nuestros fenómenos sociales. Entre quienes consideramos que, si bien, el arte no se debe exclusivamente a ningún fin, por más nobles que algunos sean, la literatura sí tiene una estrecha relación con la historia y con las memorias de nuestros pueblos, pues como bien ha señalado Chartier, algunas obras de ficción, mucho más que la historiografía, logran penetrar profundamente las representaciones colectivas sobre nuestros acontecimientos.

Quienes nos hemos interesado en la violencia en Colombia agradecemos al autor presente la rigurosa reivindicación, para las generaciones posteriores, que ha hecho de Alba Lucía Ángel y su novela “Estaba la pájara pinta sentada en el verde limón”, obra de altísima elaboración que sintetiza los conflictos de la mitad del siglo XX en nuestro país y que la crítica, acaso frustrada ante tal complejidad, soslayó durante tantos años.

Le agradecemos al autor su ensayo Siete estudios sobre la novela de la Violencia en Colombia en el que se da a la tarea de presentar los aciertos y desaciertos de los principales modelos teóricos con que se ha investigado esta narrativa, para posteriormente, proponer su propio modelo de análisis. Trabajos estos de crítica y metacrítica que Osorio ha acompañado por una producción poética y narrativa. Y de esta última cabrá recordar “La mirada de los condenados”, acerca de la masacre del Diners Club, gran pieza de periodismo literario, escrita en coautoría con James Valderrama, donde se evidencia por parte del autor una documentación exhaustiva del tema y una gran puesta literaria de investigación periodística.

Como vemos, estamos ante un autor sumamente comprometido con su temática. En Osorio la violencia no se agota en las recurrentes fórmulas de la espectacularidad, el sensacionalismo o el tremendismo, tan propios de aquellas obras que desperdigan sangre en cada página y que parecieran apenas variaciones de nuestros diarios populares.

Con esos antecedentes, no precisamente judiciales, nuestro autor, en “El cronista y el espejo” apuesta por una historia narrativa que se desarrolla durante las últimas cuatro décadas en Colombia. Apuesta por una historia enfocada en un exitoso profesor de la Universidad del Valle, sometido ante su propia vanidad, que, por su deseo de reconocimiento, iniciará la escritura de una crónica sobre el mundo narco. Óskar Alexis emprenderá un viaje insospechado de la mano de Nebrio, su nuevo acompañante.

Osorio construye una narrativa altamente concisa y codificada donde nada parece arbitrario, ni siquiera el nombre de los personajes, pues sabemos de Nebrio, figura fundamental de la novela, que su nombre viene de la palabra Nebrios y que en demoniología significa el mariscal del infierno, un ser con una gran capacidad de lastimar, un mordaz destructor, un guía hacia el hades. Por su parte Óscar Alexis, nombre compuesto, donde Óscar es de origen germano, significa la lanza de dios, mientras Alexis, de raíz griega, representa el defensor. En ese sentido, intuimos el rol de Marcela, otro personaje de nuestra historia, cuyo nombre, derivado del latín, es una variante femenina de Marcelo, unión de las palabras “mar” y “cielo”. Ya será tarea del lector indagar en los sentidos cifrados en nombres como Aminta y Clodomiro, personajes que vemos deambular en la obra entre la desazón y el desconcierto, entre la perplejidad y la indignación, entre la vida y sobre todo la muerte.

Nebrio es una especie de complemento oscuro de nuestro personaje, de figura y contrafigura. Frecuentemente las vidas de ambos se entretejen por caminos semejantes. Son congéneres y compartieron los mismos orígenes, ambos padecieron la orfandad en la infancia, los padres de ambos fueron asesinados a machete, ambos abandonaron el pueblo, terminaron en la misma capital como destino, iniciaron la misma carrera en la misma universidad; en ambos germinó la pasión por la poesía (en Óskar influida por Nebrio), ambos viven un profundo deseo de poder y reconocimiento en sus respectivos campos y son capaces de realizar los medios más cuestionables para alcanzar sus fines. Óskar Alexis y Nebrio construyen identidades socialmente opuestas en mundos simultáneos con historias de vida semejantes. Para Óskar Alexis, Nebrio, ese que lo atormenta y lo seduce, que lo interpela y lo domina, es la otredad que es la extrema diferencia y la complementariedad, en una figura narrativa de repetición-variación que construye una permanente tensión en la trama y que invita al lector a indagar en su significado.

En sus momentos de angustia existencial diría Sartre “mi ser está dividido en dos mitades radicalmente opuestas, cada mitad se estremece de horror ante la otra”. Nuestro autor ahonda en la dimensión psicológica de los personajes, en sus conflictos emocionales, en sus incertidumbres. Ellos son atormentados por los recuerdos de la infancia, van rompiendo sus relaciones afectivas más íntimas, sus círculos más cerrados. A través de ellos, el autor aborda sin recatos morales las experiencias del mundo suburbano, la atmósfera del hedonismo entre la rumba, las drogas y el sexo caleño.

Para Carl Jung todo individuo es seguido de una sombra, pero cuanto menos es ésta incorporada a la vida consciente de aquél, tanto más negra y espesa es. (Jung, 1961). En ese sentido la novela recrea la violencia más fuerte, la violencia interior, aquella que puede atormentarnos, someternos a la inanición, al desvelo, las pesadillas y el tormento. Para Óskar Alexis, el cronista, el espejo será una ventana, una cárcel de sombras.

Todo transcurre entre Cali y La Tulia, una Cali tamizada por la migración campo-ciudad, una de esas ciudades pretensiosamente modernas, como lo quisieron nuestros traficantes con sus narco-arquitecturas y sus narcoextravagancias. Por su parte La Tulia, que apenas sí figura en algún mapa olvidado, es uno entre tantos pueblos recónditos del Valle del Cauca donde los partidos políticos tradicionales, no satisfechos con la cooptación ideológica que hacían de sus habitantes, propiciarían la conformación de grupos armados como los “pájaros” para la reproducción de sus propios poderes.

En “El cronista y el espejo” se representa una atmósfera de seducción de diversos sectores de la sociedad frente a las riquezas desmesuradas del narcotráfico; en ella aparecerán ciudadanos gobernados en un Estado corrupto e ilegítimo con un pasado olvidado, en un presente de inconformidad y con un porvenir de miseria.

En Colombia nada nos confronta más que la violencia, sus memorias y desmemorias. Osorio ha cifrado en una obra concisa y demoledora su continuidad histórica, su impacto brutal, su decadencia atroz. Una violencia que ha trascendido las clasificaciones de los teóricos, siempre sometidos por segmentos, marcos y delimitaciones conceptuales. Aquí está la venganza como reproductora histórica. Aquí está la desacralización de la academia, la prostitución y la marginalidad. La novela figura, con una sorprendente economía narrativa, las formas como la expansión de la economía de la droga y sus brazos criminales, por intención o de forma indirecta, fueron permeando, poco a poco, todos los campos de nuestra vida, deteriorando el tejido de las comunidades y transformando los valores que regulan los comportamientos en una sociedad.

Hay en “El cronista y el espejo” imágenes impactantes, controversiales y provocadoras. Aquí comprendemos que la decadencia también puede andar en vías de desarrollo. Como señalara la prensa en España, estamos ante “una obra escrita por un testigo de primera mano”. Novela que provoca por lo que muestra como por lo que oculta.
Un autor atento de “El cronista y el espejo” hallará diálogos, huellas e indicios de toda una tradición literaria que acaso le recuerde a Manuel Mejía Vallejo, Gustavo Álvarez Gardeazábal o Darío Jaramillo. Más allá de ese diálogo Osorio propone una perspectiva inédita en las relaciones entre la academia y los submundos urbanos, perspectiva tejida en una estructura mediante reflejos generacionales, como espirales certeras.

Si compartimos que las buenas obras son retratos de nación y de familia, estamos ante un retrato turbio de nuestra sociedad y tal vez sea este un objetivo de Osorio, invitarnos a mirarnos en su nuevo espejo.
Demos pues la bienvenida a una novela contemporánea, próxima a nuestra realidad urbana y sea pues esta una invitación a la lectura de la obra y al ejercicio libre de la crítica literaria.
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Óscar Osorio, Premio Internacional de Novela corta:Un pasaje de El cronista y el espejoPresentamos, a manera de primicia nacional, un fragmento de la novela El cronista y el espejo, recientemente ganadora del XXXII Premio "Cáceres" de Novela Corta, entregado por la Institución Cultural "El Brocense", en colaboración con la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Extremadura, en España.
Por Redacción La Palabra, Junio 2007

La noticia pudo escucharse en todos los medios e invadió el largo pasillo del tercer piso de la Escuela de Estudios Literarios, donde el profesor Óscar Osorio (La Tulia, Valle del Cauca, 1965) orienta la cátedra de narrativa y violencia en Colombia. Tal vez fue gracias a sus incursiones teóricas en la literatura que ha logrado escribir El cronista y el espejo, una novela sobre el tema, en un amplio espectro que –según dicen los primeros lectores del relato—abarca a la academia, al narcotráfico, a la prostitución y a otros fenómenos asociados a la violencia.
Presentamos un fragmento de la novela, que nuestra comunidad académica espera ver publicada en próximos meses. Estamos seguros de que El cronista y el espejo entrará con paso firme al canon de la literatura colombiana.

Una lluvia intempestiva lo hizo entrar a la funeraria. Óskar Alexis saludó a la viuda y a la huérfana, y les dio el inicuo pésame. La madera lustrosa de la caja le recordó la carpintería de su padre, la infancia enlodada en el odio y la desgracia. En la faz inerte del Ejecutor se advertía un suave gesto de alegría, como si en lugar de haber sufrido los padecimientos de la muerte descansara de los goces de la carne. Se demoró en el rostro anguloso, las cejas pobladas, los labios gruesos, el bigote ralo, la nariz aguileña, la barbilla partida y pronunciada, los párpados cerrados. Era la primera vez que lo observaba con detalle, pues nunca pudo sostenerle su mirada siniestra. Apretó en las manos el cuadernillo que registraba los primeros años de la vida del matón. Entre esos dos momentos, entre la infancia y el presente, había decenas de muertos. De uno a otro, el terror, la angustia, el dolor, la desesperanza. Tuvo que contenerse para no escupirlo, como había visto hacer sobre el cadáver de su padre veintiséis años atrás. Clara salió a la acera y se abrazó con alguien. Ahora ella era una doliente más en la inmensa comunidad sufriente que llora su desesperanza en este país de múltiples violencias. Pero ella era especial, era la esposa de Machete, el protervo, el hacedor de viudas, el infame, la mano derecha del mal. Era la esposa del hombre que lo había convertido a él, un brillante profesor universitario, en un asesino.
Todo comenzó en las vacaciones de julio del 2000. Óskar se envanecía de atravesar por el momento más importante de su existencia. Acababa de terminar con honores una maestría en literatura, y premio a sus esfuerzos académicos, le habían asignado una plaza como profesor de tiempo completo en la Escuela de Estudios Literarios de la Universidad del Valle. Algunos ensayos suyos aparecidos en revistas especializadas y dos o tres invitaciones a participar en foros le daban la ilusión de cierto prestigio local. Quizá por ello, su menguada historia de conquistador se había enriquecido con algunos éxitos de taquilla y la familia diluía la mirada sancionadora sobre su vida disipada de beodo en un cálido gesto de complacencia, hasta el punto que una mueca de aprobación recelosa se le escapó con desgano a la difícil prima Stella. Los amigos trataban de ponerle el polo a tierra señalando, con precisión, que ser profesor universitario ya no reportaba, como antaño, dignidad sino sospecha, que los trabajitos publicados no contarían con más de un puñado de lectores maliciosos, que las muchachas de los últimos tiempos eran cosecha natural de una ciudad consagrada al hedonismo y a la rumba, y que la ponderación de una familia provinciana de secretarias y rebuscadores no era gran cosa. Ellos le decían y él escuchaba sin atender, pues atribuía dichos comentarios a cierta dosis de incurable envidia personal. Su megalomanía galopante le trazó el propósito de escribir una obra que lo lanzara al ruedo literario nacional e internacional y, de paso, les cerrara la boca con mordaza de admiración a los incrédulos. En esa búsqueda contactó a Nebrio y se descarriló en la montaña rusa de esos años de espanto.


El hombre había dejado la universidad en quinto semestre para meterse de traqueto y se hizo millonario. Su historia le atrajo por esa extraña imagen de estudiante de literatura venido a mafioso. Le parecía que una crónica sobre su vida oscura y agitada, con la ciudad delirante y corrompida como telón de fondo, era la obra ideal para saltar a la fama. No le motivaba el gesto altruista de dar luces sobre nuestra tragedia nacional, aquello de estar “contando país para contribuir a la construcción de un relato veraz de esta aterradora época y así aportar a la solución de los problemas”. Tenía claro, y no se llamaba a embustes, que su asunto era editorial, pues esos temas vendían, granjeaban lectores y, en algunos casos, sacaban de la pobreza, Te lanzan del anonimato al desprestigio, se burlaba un colega. Y el anonimato era, precisamente, la condición que más detestaba el profesor.

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ALGUNOS ENLACES SOBRE EL AUTOR Y SUS OBRAS:
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*** http://poligramas.univalle.edu.co/24b/albalucia.pdf Albalucía Ángel y la novela de la Violencia en Colombia. Por Óscar Osorio
*** http://poligramas.univalle.edu.co/24/osorio.pdf Angosta y el ancho caudal de la violencia colombiana. Por Óscar Osorio
*** Historia de una pájara sin alas Oscar Osorio. Libro (presentación y adquIsición).
*** Violencia y marginalidad en la literatura Latinoamericana Oscar Osorio. Libro (presentación y adquisición)
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Continuará